Una población de 204 habitantes, situada al norte de la Marina Baixa; rodeada de impresionantes montañas (al norte la sierra de Aixortá 1.126m; al sur la sierra de Aitana 1558m; al oeste la sierra Serrella, 1361m y al este la sierra de Bernia 1228m).
Uno de los pueblos más bonitos de la provincia de Alicante. Todos los que están situados en esa zona son preciosos; Castell de Castells al norte, Bolulla y Callosa d´en Sarriá al este, al oeste Benimantell, y Polop de la Marina al sur.
Pero vamos a centrarnos hoy en Guadalest.
Un pueblo comerciante y artesano tanto a las afueras del castillo como dentro de su recinto, donde se encuentra la "Casa Orduña", que fue construida después del gran terremoto que arrasó la comarca y asoló las dependencias del Castillo.
Fue construida por la familia de los Orduña (de estirpe vasca), con una planta irregular. Por el este se apoya y supera las rocas, por el oeste, junto a la iglesia, ocupa espacios sobre las capillas de la parte de la epístola.
Tiene cuatro niveles y una bodega.
Vamos a recorrer, con las fotos, el camino hacia el castillo y la casa Orduña.
Subiendo las escaleras a mano izquierda, nos encontramos con el estudio de pintura de Joan Vidal trabajando en una colección de paisajes siderales. Dice que en el pueblo se puede vivir de la pintura, unas veces mejor y otras peor
Joan Vidal, como autor de la colección Cielos siderales, es un místico, y me recuerda a la música que compuso Gustav Holst para su suite “Los Planetas”, pero concretamente para Neptuno.Meditativo, ajeno, harto del mundo humano, lejos, flotando en una configuración de luces que le producen placer, en un mundo que viene de los cielos nublados del norte, donde los coleccionistas suecos, noruegos y daneses, y también alemanes, van buscando esos colores que ellos saben apreciar. Y los saben apreciar, a diferencia del observador contemporáneo, socarrón, patrio, de Joan, porque vienen de un mundo sin luz. (publicado en la REA)
Seguimos callejeando y ya vemos la torre incrustada en la roca, en un paisaje que me recuerda a Marruecos. Bajamos la cuesta que lleva al museo Ribera Girona y al Jardín Mágico, que todos merecemos ver (reza en la entrada) pero que está bastante abandonado, para comenzar la subida al castillo.
El aire es fresco. La temperatura, pese a estar tan cerca del mar, no es tan calurosa como en la zona de costa. Al fondo del tunel de la entrada, se ve la Casa de Orduña.
Junto a ella, la Iglesia; pequeña y fresca.
Continuamos andando hacia la plaza, desde donde podremos ver las sierras y el embalse, con falta de agua, por este año tan seco que hemos tenido.
El paisaje es espectacular. Ese espacio abierto a todos los mundos, tanta belleza me deja sin palabras...
solo puedo sentir y emocionarme.
Guadalest existía ya en la época musulmana y, después de la conquista cristiana, siguó manteniendo una gran población islámica.
En 1609, los moriscos fueron expulsados y el vacío demográfico, intentó subsanarse con la Carta Puebla de 1611.
Durante la Guerra de Sucesión, en 1708, el castillo de San José fue volado, afectando gravemente a su ala oeste y, la Casa Orduña fue incendiada.
En el siglo XX comienzan las obras del embalse 1953, terminándose en 1971.
Guadalest fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1974
Ya de vuelta, entramos en la prisión-aljibe, de pequeñas dimensiones que hoy se comunica con la cárcel del siglo XII, situada en planta baja, y que fue utilizada antiguamente como juzgado y prisión.
Ya saliendo, no podemos por menos que maravillarnos ante estos paisajes y este centro urbano lleno de tiendas de regalos variopintos y etnográficos y, los museos más curiosos que tiene la provincia de Alicante.
Da lo mismo las veces que vayas a este pueblo, siempre te sorprenderás.